Llega la música y me pide
que le deje sonar en mi alma,
pero así sin rejas, sin guardias,
con las alas al viento en el alba.
Me produce dolor y me oprime,
no la quiero soltar,
me persigue.
Como un simple ladrón por las noches,
entra y me roba el clamor de mil voces.
Ventanita opaca que me impide
ver el sol colándose
por la ventana.
Y los sueños allá van y se duermen,
esperando el regreso
de la orquesta.
Y la felicidad que soy yo mismo
no quiere mostrarse
y se esconde.
Buscar y luchar ya no quiero,
fuerzas para seguir ya no tengo.
Pero sentarme a esperar y esperar
que la música me de vida al pasar,
sería tonto y cobarde,
me digo,
mejor salir a buscar lo perdido.
Entrar y nadar
en la verdad que soy yo mismo,
sé que dentro mío estará
esa melodía que me transformará.
Que misterio tan grande,
no entiendo.
Hombre, Dios, mundo.
Filosofía.
Y en mi tierra que adoro y camino
hallo lo que había perdido.
Al final,
llega la música tan anhelada
y la dejo sonar en mi alma,
así sin rejas,
sin guardias,
con las alas al viento en el alba.