¿Quién ata tus manos?
¿Quién pone antifaz sobre tus ojos?
¿Quién te aleja de este mundo
donde me concebiste sobre abrojos?
¿Quien adormeció tu lengua
que apenas ayer me cantaba dichosa?
¿Quien aprisionó tus descalzos pies
sobre los cuales me buscabas presurosa?
¿Quién ocupa el espacio que fue mío
bajo una sábana que fiel guardó nuestro secreto?
¿Quien secuestró tu verso, tu poesía,
tus pensamientos, tu piel, tu tristeza y tu alegría?
¿Quién disipará la pena de saberte lejos,
de sentirte cerca, de entenderte ajena?
¿Quien sepultará mis huesos
cuando apenas en la infante fuerza
de este amor se me murieran?
¿Quién, por favor, dime quién?