FELINA

HOLOCAUSTO DE AMOR.

 HOLOCAUSTO DE AMOR


Cuando de coral se pinte el horizonte,

ya no se escuche el canto del cenzontle…

Entonces…sabré que se hizo noche.


Se dormirá el día y su sinfonía,

la galaxia la impregnará el silencio

y aquella luna, que andaba medio escondida,

saldrá a engalanar los confines del universo.


Con celajes celestes ataviada

y con mil luceros enredados en su pelo,

una luz blanquecina en su mirada,

rutilante, como estrella extraviada,

para iluminar mí camino de abrojos

y los recodos por donde mis pies caminen.


Ella, la luna, tan bella como ninguna,

hará presencia en el cielo de querubines

y con sus parpadeos, despejará el enigma,

que por años me viene atormentando...

¡del por qué te evaporaste cual neblina!

en aquella tarde, que el amor hizo derroche


Si vienes a mí…

No percibirás  ni el más mínimo reproche;

por mis días de nostalgia prolongados,

por los sueños que en la penumbra se quedaron

y los suspiros, que a mí nunca llegaron…


Por las lágrimas furtivas que rodaron,

abriendo surcos, sobre mi melancolía.

Por los inviernos que me congelaron,

 por las caricias que mis manos desperdiciaron,

 por los besos que encallados se quedaron

en las barricadas de mis desconsuelos.


Si vienes a mí…

 Veré en tus ojos un cielo constelado,

en tu andar la experiencia del viajero,

en tu rostro la enseñanza de la vida,

en tus manos la fatiga comprimida

y una hilera de años, en tu nívea cabellera...

Qué sin darte cuenta, allí, se aposentaron,

como la bruma se aposenta en el tejado

 en días lluviosos, sin asomo de primavera.


Traerás en tu bagaje retazos de ilusiones,

de aquellos amores que tuviste a montones…

pero en el fondo de tu alma…

traerás el amor de aquella,

que un día, te robó la calma.


Vendrás a mí, como ágil colibrí,

a libar de mis labios con loco frenesí,

a fundir cada caricia en el cuerpo y bien adentro,

a sentir cada gemido, acompasar con el latido

de un corazón, que siempre te ha querido.


Aprovechar cada momento, cada latido,

 recuperar el tiempo que marchitó el olvido

¡y, cómo si nunca te hubieses ido!

tatuar las ansias en las bocas que emanan

el dulzor de la dicha, de la paz y la calma.


Arder de pasión, en holocausto de amor,

sentir todo el fuego quemando la piel,

dejar sucumbir de éxtasis, el ser…

Vivir… morir… después renacer.

Felina