En la penumbra solitaria y callada
manos de humo acariciaban todo,
un incendio cruel con nefastas llamas
dejó al pueblo, abandonado y solo.
Humo, desesperación y muerte,
impotencia y resignación;
será pasado, pero aún es presente,
como lo es también la desolación.
¿Dónde están los habitantes?
¿En qué rincón se han guarecido?
¿Dónde están los sueños de gigantes,
que de repente han empequeñecido?
La vida ya cansada de morar en paz,
salió en estampida dejando dolor,
ahora solo reina el recuerdo fatal,
junto a la tristeza y la desolación.
Nadie olvida aquel fuego,
ni muchos menos el dolor,
que aquel día envolvió al pueblo,
dejando tras sí la destrucción.
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