Ríos negros,
estáticos y sólidos,
ramificados por toda la ciudad como las venas de mi cuerpo;
de él recogemos el líquido que acompaña nuestra comida.
Ríos, a sus orillas crecen nuevos postes de luz y teléfonos públicos, montañas de
llcemento de dos pisos y algunas islas con arboles cuyas frutas son sintéticas,
lletiquetadas y con voz propia que te invitan a comprarla.
Gente nada hacia los teléfonos, montañas e islas;
otros, sobre un yate;
y otros se ahogan aporreándose sobre su sólida y porosa agua.