Amaneció tan temprano este viernes
que el jueves todavía reinaba.
Largos los días cuando...
sólo las amapolas silvestres
habitan en los poemas.
¿A quién sirves, Primavera?
¿quién te espera?
¿quien te anhela?
Vacíos los versos,
llenos de malas hierbas.
Llega ya, estío callado:
cuna de los arrullos,
siesta reparadora,
tiempo para el casado,
Rodríguez fabril,
jardinero de tus cuidados,
pensil florido de mi infancia;
textos ya gastados.
Están aquí las oscuras golondrinas,
sólo espero que el barro de sus nidos
haya secado y echen a volar,
por volanderas,
las crías que han engendrado.
Hasta entonces mantenme callado
o, por lo menos, regálame un verso;
un verso, sí,
que nadie haya inventado.