A Sara A., con amor y devoción
Atardece en tus ojos
y despierto resacoso sobre el ajimez de tus pupilas,
recostado en el borde palpebral del sueño
–fin de mi universo conocido–,
con la piel cuarteada por la ventisca del desierto
y un vértigo innombrable a lo desconocido.
La sombra de tus pestañas
no evita que me abrase el calor de tu mirada
cuando el Sol ya se bate en retirada.
Quiero ser lágrima
para descender en canoa por tus mejillas
y dar a morir en tus labios,
como agua tibia.
Ese pensamiento alivia mi sed temporalmente,
sólo por un instante,
lo que dura el espejismo de abrevarte.
Con la boca seca y astringente,
me fundo con tu lagrimal
y llora la estatua de hielo en el desierto
haciendo de las dunas una ola de (a)mar.
© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.