Huracanes en mi piel
se arremolinan y claman,
se elevan y bajan,
con furia de amo cruel.
Torbellinos de placer
que se escapan por las manos,
que se enojan, solitarios
y te buscan por doquier.
Mi boca grita muda,
los brazos se enredan,
el cuerpo se esfuma
hecho viento en ascenso,
el cielo se oscurece
y mi tempestad azota
a las tormentas que hieren
a tu tierra sagrada.
Huracanes en mi piel,
por no tenerte a mi lado,
por observar callado
y no poder hacer.
Remolinos de pasiones
que atraviesan nuestros pechos,
que rompen con los cuerpos
para subir y caer.