Llegaste y yo no te buscaba.
Recuperé un instante de tu voz
y sentí el calor de un abrazo imaginado.
Sé que eras tú porque una luz se me prendió en el pecho
mientras mis ojos se apagaban.
Imaginé la luna rielando un camino sobre las aguas.
Vi una gaviota descender hasta la piedra para descansar sus alas.
El mar se adentró en la arena para mojar mis pies
y borró de un golpe las letras de tu nombre
que había escrito dentro del corazón…
te devolviste a las aguas… soñaba.