La tarde sin vos,
se ha quedado sin párpados.
Solo mira absorta –obligada-
las plumas de los pájaros
caer sin ningún ruido.
(Como si las aves al quedarse sin piel
nada sintieran, o no extrañaran
el tacto del rocío ardiendo en sus venas.)
Y la tarde avanza en esta inercia,
de vivir sin tus latidos
de ir perdiendo tus palabras
-y no poder-
y querer saborear la última
pero también ella, junto a ti,
se extravió.
Y esta tarde llenándose de noche
me abraza fuertemente
y no me suelta, y se pinta
en cada pliegue, en cada esquina.
Me obliga a tenerla
a querer repetirla,
hasta que llegue el minuto veinte
en donde todo se detiene
y solo queda,
el sabor amargo de la despedida.
Y esta noche germina
en la ausencia de tu nombre.
tengo tanto miedo
de soñar en esta tarde…
En esta tarde eterna, sin vos.
Sara Montaño