Protagonista en toda historia de amor
no siempre es el “por siempre felices”;
entre su reparto aparece oculto el dolor
que cobra algo pero por placer insiste.
El escenario puede viajar cambiando,
amanecer condecorado en la montaña,
noche en Paris y el Sena acompañando,
tarde primaveral en góndola veneciana.
La trama es una brújula sin referencia
que un día mira en el Norte por pasión;
otro, marca por el Sur de indiferencia.
Al final, al Este o al Oeste en diversión.
La duración es una incógnita conocida
pues lo que en segundos hubo de amar
puede tardar en olvidarse toda la vida
o eternidad vuelta segundos para odiar.
Pero, por mas que se hablen sobre ellas,
lo que producen son huellas absorvibles,
las que como calma o estigma de presa
demuestran todas que el amor sí existe.