La noche está estrellada,
sobre la espesa oscuridad
cada lucero sonríe,
dando paso a la infinita luz
de las estrellas,
que un cántico sonoro ineludible,
nos reconforta el alma...
¡ Oh los ausentes !
Aquellos que partieron
y se esfumaron aparentemente
de nuestros días pero alguna vez,
llenaron nuestras vidas.
Los olvidados, también sonríen
y ya no suman los eternos años de ausencia
ni la inclemencia del olvido...
La noche está estrellada
y el callado dolor de quienes
recordamos a los ausentes...
y nos duele su partida ...
y nos desgarra el no mirarles...
Desde el éter
una luz irradia nuestras almas,
en la recóndita esperanza,
de volver alguna vez a estar con ellos.
La noche está estrellada
y en cada estrella brilla
el reflejo del recuerdo
de aquellos que partieron.
Miremos con afán la inmensidad de la noche
y evoquemos una frase de amor
o una oración por los ausentes,
quienes en largas noches como ésta,
nos sonríen dulcemente,
pues el dolor, ya con ellos, no esta presente...
partieron hacia otros lejanos continentes ...
desde donde claman la resignación de sus dolientes...
Recordemos los momentos,
eternicemos los instantes
que junto a ellos compartimos,
pero aprendamos a aceptar
los designios supremos,
que vida en su sabiduría
junto al creador designo.
Escuchemos en la noche,
largamente al silencio...
Allí, le sentiremos,
cual soplo de vida que se esfumó en el tiempo,
pero acaricia como brisa,
nuestras mejillas y nuestros elevados sentimientos,
cual flechas lanzadas al viento
a través del pensamiento.