Tu sonrisa de dulzura infinita,
dónde está pequeña diosa;
aquella que se confundía
con tu mirada
aún más dulcísima y hermosa.
Ahora que los tiempos terminan
y el celeste amanecer yace perdido,
ahora que los días del amor virgen
se dirigen a morir al camposanto
del olvido y la añoranza...¿Dime dónde?
Cada tarde me asomo a la ventana,
justo cuando el sol naranja se esconde
y pregunto en silencio si vendrás mañana
y nunca nadie a mi inquietud responde.
¿Qué será de ti?...
sólo espero que seas feliz,
que nunca la tristeza asome a tu rostro
ni menos el llanto inunde tus ojos.
¿Qué será de ti?...
¡Oh! Si el destino guarda
para ti algún dolor,
que lo agregue a mi vida,
porque aún te quiero mucho;
demasiado mi amor.
Qué seas feliz,
qué tengas mucha suerte;
qué seas feliz
aun si es posible
más allá de la muerte.