Dejame escuchar la sinfonia de tu boca
curad el silencio de mi agonia, con un
beso tuyo aclandado a la tierra, quiero
morir en tu lecho, prisionera.
Envolvedme en la mirada de tu alma
encerradme en la daga clavada de
tu pecho, que lastima a reparto lento
este cuerpo humano.
Convertidme en la incoherencia
ludica de tus palabras, y en el sublime
castigo de mis esperanzas vanas.
Hacedme de mi la esclava delirante
de la palabra, la amante servil de las
murrallas de tu pecho, en que descansaba
mi calma y hoy nace mi llanto.
Has de mi la patetica caricia, y el insipido
beso, que una ves te marco en la mañana
y hoy solo te envenena el alma y te roba
la escencia de tu cama.
Soy adicta al dolor de tu sonrisa, a la felicidad
de tu llanto, a las llagas que tus besos, dejan
en la superficie de mi boca y carcomen poco a
poco, cada gota de dulzura.
Anhelo la muerte detallada, del verdugo ensimismado
a acariciar mis pechos en la mañana y a recorrer mi
cuerpo con su boca cuando daba la alborada.
Deseo reposar en mi boca, la luna de vida que
frota poco a poco de la demencia de tus pupilas
y consumir de ella el agua vida, que de este pecho
humano una ves tu robaste .