Quien desafía la moral....
muere en el intento
Anónimo
Es cierto que te conocí en un restaurant bar
donde me reuní con unos camaradas,
(habría que divertirse -creo)
Te veía de reojo
no como a la mesera que atendió nuestra mesa,
pero te miré, no pude evitarlo,
fue con un giño como llamé tu atención
y pude hablarte
te sentaste a mi lado…
[y con aquel poema que declame a petición de mis amigos
de Alfonso Sierra Madrigal -“encubridora”- pude robarte
un beso]
era ficticio pensar en el amor
ni tú escogiste el tiempo
ni yo cubrí distancias,
sellamos el encuentro con otro beso furtivo
y dejaste escapar un breve suspiro,
te invité una cerveza. Digo una tras de la otra
que al fin de cuentas sé
que ese era el móvil para que las caricias
cayeran en tu cuerpo
y de mi mano franca volaran artificios
¡pues nada había sentido en ese mismo instante!
Pero ya varios días
que repito el momento y no puedo evitarlo.
Sin embargo es claro que ese es tu trabajo
que nada importa –él quien es-
si no que pague el vicio…
¡perdóname Señor…! Si es más fuerte el deseo
de acariciar su pecho, de perderme en su boca,
es sólo por un precio tan ruin y mezquino
por eso voy a verla
aunque decaiga al vicio.