Era aquella noche un mar de ansiedad
pues al tenerte junto a mí, al tenerte tan cerca
mi cuerpo se sintió necesitado de tu abrazo
necesitado de tus besos suaves como el viento
Era aquel momento una lucha continua
por no desfallecer ante tu hermoso deseo,
y ante mi razón, casi nula por la pasión
fabricaba pensamientos para atar mis manos
Era una tentación tan grande de besar tus labios
de abrazar tu cuerpo tibio que reposaba junto a mí
que creí empezar a volverme loca, y sedienta de ti
pues busqué satisfacer mi delirio en sueños inofensivos lejanos
Pasaba el tiempo y seguíamos discutiendo
pues sabíamos que el deseo de aquel momento
era eso, precisamente solo un deseo, una locura quizás
pues mis pensamientos y los tuyos pertenecían a otros
Decidiste alejarte, pero lo impedí al tomarte del brazo
no quería sentir la obscuridad de aquel momento
estaba dispuesta a asumir las consecuencias
confiaba en el momento, en nuestras decisiones
El sueño se había ido, era el momento de actuar
te veía… fue entonces cuando me acerque despacio
pero al mismo instante me alejé, no quise que sucediera
quizás podría lastimarte y conocerías el mundo del dolor
Tocaba tus manos, me parecían hermosas,
acogedoras, cuando las direccioné a darme un abrazo
y sentí aquel fuego como el de una hoguera encendida
tierna, como si todo el mundo estuviera a mis pies
Pensaba interiormente en aquella sensación,
en si podría rehusarme a tus labios, a la necesidad,
pero al tocarlos lentamente entendí, que los deseos
son tan puros, como sublimes besos, y apasionados abrazos.