Hoy te escribo esta inusual misiva, y se que tal vez, la consideres atrevida. No es para nada vulgar, al contrario, lleva un mensaje muy especial, un mensaje tan puro y tan real, de donde nace mi consejo a título personal.
Siempre te han brindado la oportunidad de tocar la puerta, para que ésta se abra ante tu presencia. Esa oportunidad no la tienen todas las personas, pero no la aprovechas y te quedas sola.
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Siempre te han dicho: ”Cuando te haga falta una ilusión: háblame / Cuando sientas frío en tu corazón: háblame.”
Pero prefieres seguir aterida y en total soledad, tal vez por tonto orgullo o miedo a la verdad, temes que la distancia sea un gran impedimento y prefieres injustamente masticar tu sufrimiento, mientras vas desechando el ofrecimiento… Siempre te dicen: “Que no habrá distancia en todo el mundo, que no alcancen por ti, ni tendrá un rincón el mar profundo que no encuentre por ti” y tú sigues sin buscar la puerta que te hará feliz. ·
Pero no hablas, te cierras en un mutismo, y le haces daño a tu corazón mismo, aunque brillas como el sol en los ojos de una persona, y eres la canción que aquella persona misma, entona; aún así, no hablas y dejas que muera en vida, mientras tú sufres sin razón ni medida en tu negra pesadilla.
Yo no se si al leer, entiendas mi mensaje, y lo invites a que haga el viaje, con sólo cerrar tus ojos y hablarle.
Háblale, háblale, porque sí él está en el fin del mundo, puede estar a tu lado en un segundo, y no has descubierto que ese amor fecundo es parte del regalo de la vida, que no puedes ver por andar distraída.
El, en su canto te hace una hermosa invitación a que hables, a que busques el refugio y acortes distancias porque tú vales, y es menester que te decidas a hablar, porque el amor se ahoga con el solo callar.
No te quito más tiempo, me despido muy afectuosamente, para que cierres tus ojos y hables hoy y para siempre, Háblale, háblale.
Atentamente,
El mismo de siempre.
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