Háblame, regala tu voz de profundos sentimientos, fúndete en la inocencia marina, en el suspiro que roba la luna, en la lejanía insabora que brinda la vida como energúmena.
Sobre algodón bordado,
desgarro esperanzas y amparos, de cadavéricas perlas la rutina deshago, al fondo de mi rincón desconocido. Lejos de lo que de mi se espera, lagrimas como ríos te alejan.
… y grito, insisto, peleo y me fustigo.
Sin conseguir el alivio de un sueño profundo, un sueño intenso que me amarre a puerto, un sueño, donde tus besos llenen el reflejo de mi espejo en este abismo negro.
Aniquila la vida la escasa luz desaparecida,
turbando de profecías, prestas pesadillas. Deambulo hasta la atalaya hundida, el océano se presenta en su papel de frontera, riendo mientras me marchita.
Habla, escribe, canta,
lucha las batallas que acechan espaldas.
Esta, mi cruda distancia, susurra al viento que arrasa los tiempos, sobre tierras y mares. Colores de mi aliento, rozan de la inmensidad, tu cuerpo.