Nos robaron las horas,
aquellas de miradas y sueños,
de penas y alegrías compartidas,
entre abrazos que teñían los otoños.
Nos robaron los minutos,
aquellos dulces y ligeros,
soplos de aliento en pleno invierno,
instantes pequeños, casi diminutos.
Nos robaron los segundos,
aquellos de tierna sonrisa,
de apego añorado y sincero,
la misma magia entre dos mundos.
Sin horas, ni minutos, ni segundos,
... no restan años, ni meses,
ni semanas,... ¡ni siquiera días!,
para recuperar los tesoros
que nos robó la misma vida.
MARTA DORESTE