La soñó.
Tan profundo y tan claro que se ahogaba.
Lo pensó.
Tan tímida y tan absorbida por su deseo que temblaba.
Y la tomó él, como se toma una copa de vino. Como se toma una copa...
la tomó, bebió la mirada, bebió por completo su femenina mirada.
Y ella, atónita, se deshiló en sus brazos, como se deshace un puñado de agua.
Él la dibujó con los pinceles de sus dedos,
y borró los dibujos con su lengua.
Ella no suscitaba suspiro alguno.
Se devoraron. Cual dos fieras, cual dos animales... cual ellos mismos deseosos.
Se amaron tanto que no hubieron dudas, se amaron tanto que hicieron amor de sus besos.