Habemos muchos locos que miran a la luna.
Algunos le cantan canciones que inventan.
Algunos le hablan de sus amores perdidos.
Algunos le lloran sus muertos a grito abierto,
le mandan suspiros y besos ajenos.
Se arrancan los cabellos mirando su cara redonda.
Hay muchos y muy variados tipos de locos...
Hay locos desesperados, hay locos tristes,
algunos que merodean las ventanas de sus amores.
Algunos le platican de personas, le cuentan secretos que a nadie dicen:
la vuelven su cómplice, la aturden con las mentiras que se cuentan
pero no pueden contarle verdades porque no las encuentran.
Hay locos solitarios, cabizbajos y callados,
estos locos somos los favoritos de la luna.
Los que lloramos en silencio, con la pena amordazada tras los ojos.
La buscamos casi todas las noches… no siempre la hallamos pero le enviamos besos,
Algunos son para ella… el resto los entrega por nosotros en secreto.
Le gusta mostrarnos las sombras de los árboles,
entretiene nuestras penas con su maternal ternura.
Hay muchos locos que no miran a la luna,
no la conocen aunque tropiecen con ella.
No saben que cura las noches con insomnio,
que cuida a los niños mientras los amantes retozan,
que sus rayitos sanan a las almas enfermas de soledad.
A mí me dan tanta pena ese tipo de locos porque están solos y no lo saben.
Habemos locos que no pueden dejar de mirar la luna,
esperamos tras la ventana el momento de encontrarnos con ella,
nadie nos mira, nadie se da cuenta que nos vemos a escondidas,
nadie pregunta por qué sonreímos cuando regresamos de estar con ella:
“traigo cara de luna les diríamos” pero a nadie le preocupan las locuras
De estos locos que miramos a la luna…