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El faro

 

Llénese mi cofre

de exquisitas historias narradas,

—generación tras generación—

donde perversas y feas brujas son derrotadas,

por inquebrantables afectos surgidos,

desde el fresón labial; pálpito y corazón.

 

 

«Doble esencia de amor hecha elixir»

se vierta en mis zapatos de piel

y en el fluir invisible e ingrávido

de mi conciencia.

 

   ***   ***

 

No alcancen a agotarse,

se sucedan las páginas.

Interminables

prosigan los capítulos del libro.

 

 

En que imprimidos cuentos

portean la belleza

¡rememorable!,

erigiéndose como centinelas,

tutores y guardianes de un portentoso faro,

que derrite las ceras cuales solidificaron oscuras.

 

 

Oleaje de luz

¡provocadora!,

irradiando salud.

 

 

Generosa concedes profundos suspiros.

Abordaste las fibras de mi alma

al inundar la existencia de respiros,

remarcando el valor que hay en mi pecho.

 

 

Oleaje de luz,

¡remanso de agua!

baña el norte y el sur.

 

 

Igual mojas las costas del lejano oriente,

las praderas y selvas del oeste,

como colonialistas

y carcomidas urbes europeas,

que tristemente esconden,

¡atrocidades!

sus reales decrépitos submundos.

 

 

El faro gira y gira.

No atiende nunca a frágiles voluntades humanas,

desgrana los colores que, están allá, en lo oscuro.

El faro gira, ilumina y voltea

la condición; imperfecta y corrupta.

 

 

Gira y avista,

girando cuchichea y alerta.

Clarividente, el faro,

se aúpa sobre el saber del horizonte.

 

 

318-omu G.S. (Bcn-2012)