En el cálido recuerdo de tus labios, he visto el entusiasmo por dibujar las palabras que prometen promesas y que se convierten en imágenes tuyas que, para mí, son testigos de hazañas heroicas delante de los que profesan amor, pero que, a su vez, son como ángeles que juegan a hacerse mis propios enemigos.
Pero justo en el momento exacto, he de descubrir tu identidad escondida debajo de la cortina de incertidumbre, en donde acuden presurosos los límites del negro abismo.
Descubriré, con cada sutil gesto, el lugar donde insinúa dios, ha de ocurrir el extasiado encuentro donante de la flor, descubriré también con el ancho de mis venas aquel lugar cercano donde se esconde la muerte, que es aquel mismo lugar donde te escondes tú.
Porque alguien dijo que la niebla no siempre es olvido, solo postergación anticipada que de tanto esperar ha de desgastar los sueños, pero cuando se hace más espesa, de ella emerges tú como un lindo recuerdo convertido en rostro,
Y es allí cuando yo sabré que al fin abandonas el turbio aire de incertidumbre, para que tus labios me encuentren celebrándote en la bienvenida que no tiene descanso.