Llega la tarde apabullante
cuando abro mis ojos, ciegos sin ti,
llegan millones de destellos,
de la ausencia, musitándome al oído
la canción de los locos recuerdos
del pasado armonizado en las notas de tu voz.
Viene desdeñoso el frío de la soledad
que no perdona el implacable impacto del amor,
el implacable impacto del desamor...
Los consuelos bailan fuera de mi casa,
las heridas no cicatrizan, no por ahora,
un supiro abandonado en el tiempo
pide, vehemente, piedad,
en mi alma hay un refugio para condenados,
sólo queda la ilusión
de que mañana hoy será pasado.