Desgraciada oscuridad, cruel verdugo de ilusiones
los gemidos de las sombras entonan tus tormentosas canciones
con sigilo lanzas la estocada fulminante
arraigándose al corazón crece la tortura incesante.
La burla implícita en tu mueca insensible
desangra con cuidado los sueños ahora agonizantes
y a los ojos desesperados se hacen ferozmente visibles
los caminos que se han construido de sangrientos diamantes.
Destino, descuidado psicópata con delirio de grandeza
parásito que al huésped desprendes de toda fuerza
vuelves a lastimar abriendo las venas del dolor
vuelves a negarme un efímero vestigio de calor.
Anda, te reto insensato y masoquista patrón
azótame con el ultimo y definitivo rayo de muerte
infunde miedo en este desahuciado escritor
este desgraciado ser que ya no ha de tener por que temerte.