Recuerdas el semáforo
deteniéndonos en un cruce
planeado en la circunferencia
de antemano, sucedernos.
Frente a frente,
dos miradas comparten
el desierto de sus almas,
hasta ser oasis
en ropas quemadas.
Arriba de mi sombrilla,
/el sol se abre el ombligo
para absorber la lluvia/
dos bocas ondeando el infinito.
Grabamos el misterio del devenirnos
en la peonza inerte -un arroyo sin cuerpo-
Amor, para entregarnos,
-tuvimos que dejarnos -
en las cosas ocultas
de un Dios sin sueño.
Nos sucede la vida,
en una orilla agonizando el vacío,
y tú me escarbaste hasta sucederme,
en todas las sombras danzando
un espacio lacerado
por rostros esculpidos en amarillas paredes.
Sucede, nos sucede
el amor, la calma, el hastío
espacios ocupados por amores
ausentes en espacios vacíos.