salgomanzano

TRES SONETOS

1

 

Soy en ti, Soledad, y tú ya me tienes.

En tus manos es preso mi albedrío.

Este anhelar es tuyo, ya no es mío.

De vano laurel ciñes mis sienes.

 

Y el grito que va en mí, porque tú vienes

solapada, segando con tu frío

mi sentir desolado, y el  desvío

de mi ser  me lo cambias por tus bienes.

 

Otra vez, Soledad, tú me has cobrado

el tiempo de amar que hube de locura.

Feliz era; ¡qué solo me has dejado!

 

En ti estoy, dentro, ausente de la rosa.

Larga es la noche de tu  sombra oscura.

Ando caminos, el pie  no reposa.

 

2

 

¡Qué soledad me has dado, Dios,, qué ausencia!

No puedo amarte, habiéndome robado.

Estoy en la obscuridad, desamparado.

Mi cerebro no cree en tu presencia.

 

¿Amarte? Si no te veo. La herencia

que me has dado, agonía en mi cotado.

¿El cauce de mi  río es inundado

de tanto Amor que viene de tu demencia?

 

Aun no creyendo en ti, ¿soy tu criatura

robándome, dejándome cual fuente

reseca en la aridez del seco estío?

 

¿Qué te impide llover en mi vacío?

¿Iluminar con tu luz mi noche oscura?

(No existes, me dirá la fría mente.)

 

y 3

 

El destino me dio la hora segura.

Manchado de amor y verso, memoria.

Puedo escribir en la noche la historia

de una senda florida que procura...

 

Vino el gozo, ganó, que me asegura

el bruñido metal, de vil escoria.

Yendo por la vereda transitoria

desnudaré la mente de locura...

 

Estaré solo en la playa, sinitiendo

que la asomada aurora trae olvido

junto al mar sosegado amaneciendo...

 

Mi rostro a los azules levantado

entona la canción que un día ha sido

un labio de esperanza, hoy desterrado...

 

-salvador-