Érase una vez,
una tierra de prosperas promesas,
lugar de calidez y bien estar,
un lugar, de mascaras y caretas,
érase una vez,
una tierra.
Y cada noche me pregunto.
¿Y mañana?
Sin cálculo ni idea,
y con dudas, para mí nuevas,
deambulo
entre sonoras pesadillas que me atormentan,
ante la incapacidad de darles la vuelta,
de presentarme erguido sobre ellas,
de encontrar un punto y final.
Perdices de plásticos reciclados,
ingestas románticas de cuentos olvidados,
si era antes tan fácil, sin la carne y su sangre no han variado…
Y cada noche me pregunto.
¿Dónde hemos fallado?