El Crepúsculo de una presencia.
Dejé partir el crepúsculo de aquellos ojos,
nada se puede hacer cuando el amor escapa.
Dejé que mi cuerpo temblara al son de mi alma
Mientras se alejaba en su barca con el mar en calma.
Arropado, tu medio rostro con el otro descubierto,
tus cabellos como la media luna, media cara te tapaban
y tu semblante triste y taciturno, enmatojaban,
como fiel cascada de aguas bravas.
Los sauces llorones siguen con sus lamentos,
tu triste partida, dejo mil heridas al viento,
el aire llora por aquellas sendas,
buscando en balde tu aroma y presencia.
Solo me quedan sutiles recuerdos de aquél desatino,
sólo, conjuros oscuros de tu amargo camino.
Cada noche, camino en recuerdos de tus nostalgias,
cada día lucho por mirar al frente y no a las espaldas.
Autor.- Rafael Rivas.
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