Cuando todo se dio, y nada quedó.
Cuando lo que pudo ser, no fue y no será.
Cuando las palabras cobran ausencia.
Cuando los besos son polvo en los labios.
Cuando el anhelo se convierte en nostalgia.
Cuando la vida nos pesa por el vacío que le dejaron.
Cuando extrañar es cliché y ya no duele.
Cuando el adiós se ha susurrado antes,
Terminando siempre en un recurrente retorno.
Es ahí cuando se hace inevitable
Una despedida sigilosa, casi imperceptible.
Porque el aviso sólo evoca melancolía,
Y así el olvido nunca alcanza plenitud.
Porque olvidar es cuestión de método.