La distancia, la vida, la gente
Hasta nosotros mismos,
nos hemos encargado de apagar la luz.
Esa luz, que es algún momento salvo mi vida,
ahora acaba con ella
Esa luz que nos llenaba
cuando tomados de la mano
jurábamos amor eterno,
cuando tus labios se unían a los míos
y en ese momento tú eras mi universo
y yo era el tuyo;
¡Es más!, aun eres mi mundo, mi vida,
pero… ¿yo que soy ahora?
Marcados en mi alma, en mi ser
están los recuerdos de tus ojos
que como estrellas luminosas
me salvaban de la infeliz locura de la razón
llenándome de esperanza, de fe.
Tus ojos, hermosos ojos, puertas de tu alma
que algún día abriste para mi ser.
Hermosos ojos que perdieron brillo, amor, ilusión
por que tal vez la imperfección de mi alma y mi gran amor
no sea suficiente para la magnificencia de una doncella de tu alcurnia
OJOS, hermosos ojos que aun rondan por mi memoria.
Aquellos faros de ilusión que llenaban de sentido mi vivir
y que ahora solo buscan respuestas.
Pero… ¿qué pasó?, ¿qué nos pasó?
¿Y el amor eterno?, ¿y la felicidad?
Siento que algo se detuvo a un punto muerto
que la embarcación que navegaba
las aguas de la incertidumbre de eternidad enamorada, se hunde;
se hunde por las tormentas que nos agobian.
Que tus manos ahora están frías
y aunque mi amor sea enorme;
que cada vez que te veo, te escucho,
o tu nombre resuena como un susurro de sirena,
cada vez que pienso en ti , que te sueño,
cada vez que te amo y siento el calor de la primera vez
cada vez que demuestro mi amor hacia ti,
ese amor de un loco sin sentido ni razón
ese amor que saco a luz del mundo
sin importar consecuencias
ese amor que tú con indiferencia hieres por momentos
ese amor que solo quiere tu sonrisa, tu felicidad.
Ese amor… ese amor a ti ya no te abriga,
ese amor ya no lo sientes
ese amor ya no te importa.