Mi cordura y sensatez:
rosas chinas. Hibiscos
que engrandecen mi jardín,
la flor visual de un día,
Mi cordura: ilustre pasajera
sujeta por la esencia aventurera.
Intrépida inquietud que se atreve;
busca las medidas,
precisa los pesos
escarba en la tierra
y ojeando el cielo,
respira y respira.
Reflexionando indaga,
osa arrimarse a sus límites.
Mi cordura y sensatez;
de caducidad consistente.
Cuando aparecen, poderosas,
pero por su durabilidad intermitente,
frágiles devienen.
Prontamente se diluyen
al rastrear las huellas de tantas cuestiones,
así perdiéndose en los confines.
Mi cordura y sensatez
cursan en aguas de un gran río.
Mi cordura y sensatez;
son madera, tienen aspas,
junto al viento me dan grano
¡es por ellas, soy molino!,
montañero y navegante,
ave de paso,
¡es por ellas yo trasiego!.
Gracias a ellas, soy comandante,
piloto de avión o helicóptero,
visito muelles y aeropuertos,
o sentado en mi butaca,
viajo como un simple pasajero.
Mi cordura y sensatez
naufragan tantas veces,
en un mar que no comprendo.
Donde las olas son altas
y el tiempo inclemente,
donde el temporal, arremetiendo,
no cesa, y me abordan
turbias conjeturas,
con las que termino enloqueciendo.
«Fina tela: la cordura.
De temple difícil: la sensatez.
Siempre en sus lindes, la locura.»
318-omu G.S. (Bcn-2012)