Camila Numa

La Loba

 

Lo que yo sentí en ese beso,
el mismo infierno, tuve entre mis brazos
como si el diablo hubiera planeado mi caída
como si Dios se hubiese olvidado de salvarme.

Casi imposible no amarrarme a su cintura
casi insaciable me hallé frente a su ombligo
¡Que más da! ¡Se acaba el mundo!
Así como flaquearon mis rodillas como un niño,
tendido en sus talones,
enmudecí cuando sus dedos enredaron mi cabello.


Me enardecí luego, cuando vi su escote
no dudé en cercarla en lo escondido,
y sus manos sujeté, la hice prisionera. 
La solté, no sabía qué hacer con tal delirio.


Me cercó ella,
al verme frágil me amordazó,
y yo no puse resistencia.

Casi pude ver el placer caminando tras nosotros.

Por fin me dio respiro
y pude detallar aquella bestia
como bailaba tras sus rodillas,
un oscuro vestido.

Caminé tras ella a ver donde me llevaba.

Su cabello era oscuro
como el medio bosque
atravesado por un par de rayos amarillos,
Casi puedo jurar
que su alma fue el fruto de las manos de Astaroth 
que la talló firmemente
con cincel de fuego,
con un poco de tiempo detalló su boca
y le donó el veneno de una víbora coral
Y al salir de su guarida,
se prendió de su piel el Olor de Persefone,
la misma Dama del inframundo
Y una chispa de las puertas del habitáculo del Ángel caído. 

¡Que a nadie se le ocurra de sus garras, liberarme!
porque hallé placer al ver mi sangre en sus garras,
¡Que nada me cure la mordedura de la Loba!
porque a mí, ha decidido aferrarse,
y yo soy pleno en su piel inerte,
saboreando el frío de su espalda
¡Que mas da si no me ama!
si sabe como mentirle a mi alma,
Ya no importa mi destino luego de la cita con la Parca,
Si mi boca saboreó la tumba, en su llegada.