En una antigua melodía
danza la pobrecita
enamorada de su tierra.
Vendedora de yuyos y
de piedras mágicas.
Su rugido cencerro
despierta al aromo inerme.
Rescoldea en retaguardia la pava
tumbando la armonía soñadora.
Estancia vieja
parador del aquellos del buen amor.
Su llanto arrima una vidala
su silencio trae una oración rabiada.
Flores del cerro
canciones en solitario
agua escondida.
La noche se arma
del sonido instrumental
de las estrellas y la nada.