Una melodía exquisita ondea en el espacio
y con las alas de nuestros besos
volamos hacia el cenit.
En el horizonte el mar refleja
destellos de oro
y la brisa marina nos cunde frescura
haciendo palpitar en nuestros cuerpos
el amor... con todas sus fuerzas,
¡con toda su plenitud!
Es entonces cuando una nube de tristeza
cubre el sol de nuestro amor
y un velo de lágrimas nubla
la imagen adorada de mi Dios.
Quedan atrás el paraíso y el sol,
ahora caen como rosas milagrosas,
los recuerdos más sublimes
en mi frágil corazón.
Su perfume me embriagaba de ternura
y ahora punzan las espinas
y producen dolor.
Me ahoga tanta dicha,
me asfixia tanto dolor...
¡oh! en medio de delirios,
de ensueños y quimeras,
te prometo, vida mía,
que eternamente tuyo
será mi corazón.