Sergio Jacobo "el poeta irreverente"

Epístola

            Recuerdo que te quise bajo aquél juramento
que todo te lo daba
y en el  umbral sin miedo
paso a paso cruzaba
el libido momento.

 
Ahora que ya no estás puedo sentirme libre
como un ave que duerme
sobre una rama rota
pero no quiero hablar  -nada que enturbie-
aquellos singulares momentos de los besos
caricias
en la oscura habitación sin tiempo
¿después de todo, qué fuimos?

Sólo un tronco hueco
donde chocara el río
un mar ya tempestuoso
y un cielo ennegrecido…

 
Tú que siempre dudabas de estar en un infierno
y yo que compartí
las llamas de ese fuego
diez años fueron en que busqué tus besos
tus fúnebres caricias
por arrancarme  opreso
el ansia que en mi pecho se fue muriendo lento.
 
Ya nada tengo ahora desde que te me fuiste
desmanes y locuras irrumpen mi existir
no maldigo el entonces ni el ahora
pero si tu recuerdo
que mina mi vivir
no sé si fue un favor o fue castigo
del Todopoderoso dejarme así en mi vía
morir en soledad
por eso las veredas  -senderos-   -atajos-
están entre los bares
                         las putas
         y el alcohol
no justifico el medio pero si  los pesares
y  a Dios sólo  le imploro
                     ¡Mitigue mi dolor!