Así que apareció a mis ojos enteramente desnuda, confieso que no vi en todo su cuerpo el más mínimo lunar. ¡Qué espalda!, ¡qué brazos pude ver y tocar!, ¡qué lindos pechos oprimieron con avidez mis manos! Bajo su seno delicioso, ¡qué vientre tan recogido!, ¡qué talle tan arrogante y esbelto!, ¡qué pierna tan juvenil y bien formada! ¿A qué particularizar sus atractivos? Cuanto vi en ella merecía fervorosas alabanzas, y oprimí contra el mío su desnudo cuerpo. ¿Quién no adivina lo demás? Por fin, agotados, nos entregamos los dos al descanso. ¡Ay!, ojalá consiga saborear muchos mediodías semejantes.(Publio Ovidio Nasón)
El cuerpo desnudo de la mujer
para el hombre, satisfacción a de ser,
delicado y mucho amor poner...