La Libélula (Soneto)
Eterna compañera de mi infancia
cuando vi tu volar con elegancia;
eras discreta y además muy parca
feliz sobrevolando por la charca.
A tí nunca te faltó esa prestancia
cuando en vuelo precioso sin jactancia,
ondeabas el agua como barca,
porque eres sin duda, la gran monarca.
Tú sigues siendo, honorable Libélula
esa inolvidable y constante incrédula,
que alegre vas volando por la vida.
Eres una majestuosa obra de arte
cuyos colores a todos reparte,
semejando una rama florecida.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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