MARTA LUISA

EL GERIÁTRICO: UN HOGAR PRESTADO

 

 

Es como una luz tenue la alegría en mi vida,

un pequeño instante que pasa muy rápido,

y un silencio interminable invade mis momentos;


como prenda que paso de la moda hoy estoy aquí;


inmiscuyendo en mi interior ¿cual es la razón?

El peso en mi pecho desencadena un vació

y mi garganta atravesada por un nudo incomodo,

exclamando en mi interior ¡que poco duro mi instante! 


mientras mis ojos se mojan 

con las lagrimas de la soledad.

Hoy lloro por la vida que se me fue arrancada,


y nuevamente tengo las manos vacías y los dedos fríos,

ya no soy buena Companía 

y debo volver a mi viejo rincón de la vida,

del cual jamás debí salir para vivir una fantasía,

la fantasía de ser querida.

 

Y en los días de vida que me queden,

guardare celosamente  en mis recuerdos,

las carcajadas de mis niños hoy adultos,

que  me trajeron aquí por que en sus vidas,

ya no quedan espacios  para mi.

 

Este geriátrico: mi hogar de prestado,

Como la almohada donde apoyo mi cabeza,

¡tantos años de lucha trabajado y como he terminado!

Con las manos vacías y los dedos fríos, desnuda sin abrigo,

 

Sin abrigo de los brazos fuertes de mis hijos,

Y el calor de las manitos de mis nietos,

que entibien mis manos arrugadas  y dedos largos,

Y que el cariño de mi familia  sea mi abrigo,

en los días largos de invierno los últimos de mi vida.