Cuando lo seguro mengua
e importa poco si imploras,
ahora y sin sitio a treguas
se escuchan las cacerolas.
Hasta aquí llego este pueblo
que el petróleo protegía,
pero ha llegado el día
que no hay petróleo que valga
pues se ha caído de nalgas
lo que llamaban gobierno.
Soportamos cualquier cosa
hasta la misma miseria,
pero es una cosa seria
esta la clase política,
que a pesar del sufrimiento
que golpea e incomoda,
sigue haciendo burla o crítica
Al rugir de cacerolas.
¿Qué hacer?
¿Cuál es el paso a seguir?
Ahora mismo no lo sé
pero lo que me provoca hacer
es una olla golpear.
Y golpear de rabía
de impotencia.
No usar la circunstancia
para colmar la paciencia.
Reclamar eso que es nuestro
que no nos han regalado,
que limpiamente obtuvimos
el día que aquí nacimos
en esta Patria que usamos.
Más debimos golpear antes
y no hacer de todo un chiste,
pues como animal que enviste
como acéfalo gigante
se nos encima inconforme
lo que siempre se esperaba,
la bestía que multiforme
siempre nos acechaba.
Me preocupan los inocentes
Autor:
Tomás Enrique Maneiro Quesada
EL CABALLERO DE LA RIMA
Octubre 1998