Quiero ver un instante la hermosura
de tu seno al costado de mi boca,
llenándome los labios de su albura
por probar ese néctar que desboca.
Acariciar con lenta tesitura
tu espalda que se enciende, que provoca,
cuando arrimo mis manos con bravura
tu piel me responde y se destoca.
Tu sexo se une a mi mano en la sombra
y tu cabello en mi hombro es una alfombra
que acaricia silencioso mi pecho…
¡Y ya no puedo más…! Sé que te extraño
que mi piel -¡sin tu piel!- Ya se hace daño.
Y que no hay quietud en mí –estoy deshecho-
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Sergio Jacobo “elpoetairreverente”