Hugo Emilio Ocanto

Monólogo ante Dios

Aquí nuevamente contigo

estoy Señor.

Me esperabas,¿verdad?

Estoy seguro que tú

sabías que vendría.

Siempre lo he hecho.

Siempre que he necesitado

de tí, lo he hecho.

Aún no necesitándote.

¡Mírame Dios!

No soy el mismo

de ayer.

Hoy no he cumplido

con uno de tus mandamientos.

¿Ves mis manos?

Están como las tuyas.

¡Manchadas de sangre!

Tú las tienes

por la maldad del hombre.

Y yo por mi maldad.

¡Soy un maldito!

¡Castígame Señor!

No quiero que lo haga

la Ley.

¡Quiero que me castigues tú!

El estaba dormido.

Solo. Ella hacía unos minutos

que había salido de allí.

¡De ese cuarto, de esa inmundicia!

Al llegar a casa, sin que ella

se diese cuenta, le saqué

la llave del cuartucho

de ese mal amigo.

¡Oh Señor...perdóname!...

¡Me he convertido en un asesino!

En un ser despreciable,

lo se. Pero... tenía que hacerlo desaparecer...


¡Borrarlo de la faz de la tierra!

¡Infieles, infieles!...

¡Eso es lo que fueron

mi esposa y mi mejor amigo!

¡Pedóname Jesús, y déjame llorar

a tus pies!...

¡Estaba enloquecido de celos,

enloquecido de bronca, de rabia!

¡Ella estaba excitada con

ese maldito,

no me pude controlar!...

Busqué esa hoja de afeitar y...

¡Perdón Dios,

no tendría que haberlo matado,

pero lo hecho, hecho está!...

¿cómo iba a soportar 

su presencia sabiendo

lo que hacía con mi esposa?

Tenía que hacerlo... y lo hice.

¡Lo borré de este mundo!...

Y ahora...¿qué hago?

¿Entregarme?, no, no quiero,

siento que la sangre se me sube a la cabeza!...

¡Júzgame tú y concédeme

mi condena,

la que tú elijas!

Para bien o para mal...

¿Para bien de qué,

para mal de quién?

¡Mi Señor, me estalla

la cabeza, mira mis manos,

están ensangrentadas,

como las tuyas!

¡Señor, tendría que ser yo

el que esté allí crucificado,

no tú, mi Dios, mi bien

de la vida!

Pero...¿qué es lo que 

estoy haciendo aquí,

qué día es hoy?

Es día de rezo Dios.

Padre... ¡castígame,

castígame por favor!

¡Pero ellos no, ellos no...

dame tú mi merecido!

Además...¿crees que estas

manchas de sangre

desaparecerán algún día?

¡Mírame Señor!

No quiero tu perdón,

solo te lo pido,

pero no me lo otorgues!

¡Castígame, castígame!...

Me duelen los huesos...

Como a tí.

Pero mi cuerpo tendría

que tener tu dolor también.

Y tú no estar en esa cruz...

¿Te cansa oír mis palabras, dime... te cansas?

No quiero irme de tu lado.

¡Déjame besarte tus pies, Señor!

Así... así...

¡Mírame Señor, y ... perdóname!

¡No, no me perdones,

júzgame, da tu veredicto!

¿Me sentencias?

Haz lo que debas hacer.

¿Sabes qué me gustaría a mí?

Acompañarte...estar donde estás tú...

¿Puedo subir Señor,

me dejas?, ¡déjame!...

y entonces yo...

dentro de poco estaré contigo...

Mira Señor... no sólo tengo 

sangre en ...las m...mann... os

tam...bi...én...

en... mi co...ra...z...

 


Todos los derechos reservados del autor(Hugo Emilio Ocanto - 13/11/2012)