A veces siento un tímido flechazo
que se transforma en una herida honda y lacerante,
es como si el tiempo en este devenir se propusiera
enraizar mi identidad a toda hora.
Aquí, en este suelo de nostálgicas presencias
se levantan como una luz de fuerte rayo intenso,
develando mis recuerdos, aquellas noches turbulentas
de zaguanes que entre penumbras me seducían.
Los instantes van cambiando y mis locuras
se han ido apaciguando desde esas evocaciones.
Hoy estoy absorto entre los tiempos
esperando la sublime luciérnaga del pasado,
la misma que alocada cautivaba momentos
con fantásticos arrebatos pasionales
cuyas notas se sienten vivas entre mis sueños.
Ya no veo, no distingo aquella claridad que me aturdía,
hoy los días son tan propensos a la desidia,
se visten de nostálgicos recuerdos
los inmortales momentos de mi vida.
No son noches ni son días, son melancólicas
presencias que dibujan tristezas en mi rostro
pero endulzan fantasías en mi alma.
CARLOS A. BADARACCO
13/11/12
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