No hace falta que se marchen, para te abandonar, mismo bajo el mismo techo, puede pasar.
Por orgullo desmedido, se mata lo que no debemos.
Para demonstrar que somos capaces de vivir sin ayuda de alguien, pisamos los propios pies e desequilibrados vamos al suelo.
Solos difícil levantarnos, si no reaccionamos con humildad e no pedimos ayuda, así quedaremos por largo tiempo.
Tenemos que aceptar cada uno como es, cuando no hacemos que somos más que los otros.
Aun que no queramos admitir, la maldad esta dentro de todos. Camuflada acechando su momento para atacar.
Hasta en los niños detrás de bellos ojos existe.
Tenemos que conocernos bien a nosotros mismos, apartar e cualificar, cada sentimiento, que traemos al nascer.
Tener reglas e educar nuestro pensamiento, para que nuestra vida sea lo mas inteligente, en sus juzgamientos de los otros. Lo que lastima e hace daño a algunos, a otros ni se molestan a sentirlo.
Hasta el cristal tiene cáncer, con un ruido sordo queda en mil pedazos, sin nadie lo haber tocado.
Algunos por distintas razones se alejan, sin abandonar a nadie, no por orgullo, solo por necesidad, aceptarlo es lo que debemos hacer.
Cuando se medita en algo, no podemos tener ideas preconcebidas, varias maneras hay para entender.
No basta culpar, no basta, “tú dijiste, “tú hiciste, “la culpa es tuya.” Son solamente escusas, para no sentir que no fuimos correctos, benevolentes e nos arraigamos a falsas ideas.
Basta que nos pongamos en su sitio, que hagamos de cuenta que era con nosotros e seguro que la verdad brota como llama a quemar el corazón con vergüenza de habernos sido tan fútiles e tercos en nuestro pensar.
Cosas pequeñas, que unas detrás de otras, hacen el olvido e el rechazo.
La vida es un pasaje corto, el tiempo es corriente de aire que pasa e no vuelve, ¿por qué tanto dolor provocamos sin razón?
Somos el primero ordenador que apareció, con la diferencia que tenemos sentimientos, limpiemos los virus de la maldad, intolerancia, rencor, odio, envidia, egoísmo e falsa moral.
La prisa es culpable de muchas cosas, paremos a reflexionar, evitaremos mucho dolor, lagrimas e no abandonaremos a nadie, seguramente.
La maldad suelta no tiene límites, pero el perdonar, sí.
Nunca cambiemos a nadie por otros, tengamos la virtud de tener espacio para todos e con todos vivir este pedazo, de Tierra, que no es nuestra. Paz no es solo no estar en guerra matando a indefensos. Paz es no apuntar el dedo e infernar quien no hizo mal a nadie.
De manos atadas, me siento, quien las ha atado, que las suelte, yo no lo puedo hacer.
Oporto 12 de Noviembre de 2012
Carminha Nieves