Soy el caballero con su paz desnuda,
con armas de barro y la coraza es mi piel,
en el cuello llevo, una capa hecha de lana cruda,
y en mi asta ondean blancas hojas de papel.
¡Ho, doncella...este caballero te saluda!
Andaré en la marcha con mi luz de luna
venceré en mi camino al temido dragón,
deshaciendo su hechizo y su malvada cuna
para hacer nueva raza, en su corazón.
Ya hecho amigo, es sobrio y flamante el reptil
hace fogata y brinda conmigo, por sus llamaradas
que convertirá en cenizas, lanzas de marfil
y a los mosqueteros, fundirá la plata de sus espadas.
Otra vez caballero, en el luminoso día
y en los ojos de rabia del que soy enemigo,
el me ofrece batalla bajo una lluvia muy fría,
yo le detengo, le hablo y le ofrezco mi abrigo.
En su manso caballo que cubre el pulido metal
envaina la espada en su capa de olvido,
yace cansado aquel cruel luchador medieval
ballestero y arquero, no es que esté vencido.
Al guerrero feroz, le narro la historia del mar,
mientras de una botella de grueso cristal
del brebaje de un druida toma tragos de a par
y entre un sabio silencio, se ha aliviado del mal.
Al pasar por la estepa, un fresno y su hermano
al creerme invencible, me dicen cantando;
-“Suele suceder que el punto débil del humano
esté tan lejos de su cuerpo, y fuera de su mando”-
De día o de noche vencí también el frio del llano
me alimente del fruto mediante iba encontrando
pero contento y seguro de que nada fue en vano
en vez de lanza, toco la flauta que voy cargando.
He regresado, ¡Ho noble doncella!
princesa de sueños y de maravillosas rosas
que siembran magos y que riegan diosas,
para ti del jardín escogí la más bella.
Al llegar, el caballero gris al castillo, solamente saluda.
El castillo es encanto, desde el salón que la princesa usa,
y ella misma, que además de ser linda le llamaré musa.
Con asombro extraño, solamente digo con voz aguda.
¡Ho, doncella...este caballero te saluda!
Managua, Nicaragua