Hoy, no encuentro palabras, para descifrar lo que no se de mi, de mis estadios del alma. me siento irritada, nerviosa, vencida y hasta cansada de todo, de lo que doy, de lo que no doy. De lo que siento, de lo que no siento. Y, aunque no me costaría nada fingir, pues, no lo pretendo, porque al hacerlo me estaría traicionando a mí misma, a mis convicciones y principios. Por eso, hoy, las palabras me cuestan, como me cuesta encontrar el punto de mi razón y la razón de los demás. No, no es desequilibrio. O quizás si, un desequilibrio natural, propio de mi condición de mujer alborotada, impulsiva que hoy, hoy, precisamente no encuentra el rumbo justo y preciso que me lleve a la serenidad. Pienso que tengo la razón y quizás no la tenga, pienso que me estafan y, quizás me dan más de lo que merezco. Hoy, no es el día de mi verdad.