Si en cada seño fruncido, Buenos Aires
te despiertas perdida entre nostalgias,
añorando aquel pasado ya olvidado
que renace como un idilio serpenteante.
Si es la luz de aquella estrella que ilumina
la fuerza rutilante de un tímido encuentro
con el amor sosegado y sin penurias,
sumergido ardientemente en el pasado.
Si en cada estocada atroz de la existencia
renaces como queriendo guarecerme,
alimentando tu calor adolescente
que ha dibujado noches indecentes
con dolientes pasos por el vicio y la lujuria.
A veces caigo enraizado en un dilema
y siempre te haces presente en mi memoria,
es esa luz que enarbola en tu presencia
la morada más sublime de mis horas.
Siempre allí, como ondeando cavilaciones,
precisando el motivo ferviente de quererte,
de amarte como a mi madre que acaricia
la luz sublime de la ferviente residencia
que hoy arrastra mi existencia hasta la muerte.
CARLOS A. BADARACCO
13/11/12
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