Ya no prenden
los lirios
en la orilla del río,
ni los pajaros
vuelan
sobre las gélidas
mañanas
de la primavera.
Pareciera
que adivinan
que los besos
son penas,
que se arrugan
los sueños,
que mueren
las promesas.
Ya la mar
no es un trozo
de angelicales
quimeras,
ni la luna
esa gitana
que baila
frente
a mi hoguera,
en una noche
de amor,
cuando la pasión
se quema.
Ya no es posible
que me quieras
la prisa
por querernos
se bebió
la impaciencia
y en un segundo
eterno
nuestro amor
se marcho
por la puerta.
¡ Cuanta pregunta
absurda
se quedo
en la memoria!,
¡cuanta desolación
al alma se asoma!.
Tu disparando
cazaste otra boca,
recorriste
otro cuerpo
masticando
al olvido,
pero dime
te lo ruego
que hago yo
para no
respirarte
si mi vida
siempre
fue tu aire.
Ana@ocaña