Jesús Pintor Alegre
En una plática sostenida a finales del mes de mayo con el violinista Zacarías Salmerón oriundo de Tlapehuala Guerrero. Deja la huella indeleble de su presencia, decía así: la soledad casi huele, una gallina negra y cientos de maromeros en la pileta son los que lo acompañan, don Zacarías Salmerón Daza a sus 88 años mantiene esa virtuosismo que lo hizo grande (y lo mantiene) en las lides del violín, premio feria del sombrero en su modalidad de gustos y sones 2006 de lo más reciente “cual más se quería tomar una foto conmigo”, recuerda.
Don Zacarías es el sobrino del violinista Isaías Salmerón de quien su monumento adorna la entrada de la población, un orgullo de una población que no obstante se ha visto invadido de modas extranjeras, mantiene sus costumbres y tradiciones, Tlapehuala . Su casa, de adobe con el revoque desgajándose, es adornado con infinidad de fotografías, reconocimientos y alguno que otro recuerdo familiar.
Michoacano no, siempre de Guerrero
Su hablar es pausado, como si le costara trabajo pero no por ello deja de sonreír a la menor provocación “si yo hubiera aceptado lo que me proponía Lázaro Cárdenas habría tenido casas, carros y hasta mujeres, je, je, je, sólo me dijo el ex presidente que dijera que era de Michoacán pero pus tuve que ir de chismoso con los diputados, alguien le dijo y ya no me quiso ayudar”, se lamentó profundamente.
Enseñó pronto una postal amarillenta que le enviara “Tata Lázaro” (un hombre muy querido en la región), como para convencer que efectivamente el ex presidente había tenido acercamiento con él, una leyenda convincente dice luego de la fotografía del ex mandatario “Lázaro Cárdenas y Amalia Solórzano de Cárdenas desean a usted un feliz año nuevo”, Andes 603, México D.F. 1º. De enero de 1961.
Don Zacarías Salmerón dijo tajante “yo estudié en la escuela Nacional de Bellas Artes, de allí la práctica de todos los días pa mejorar siempre, pa no estar atrás”. Un hombre, el violinista, que fue tratado por todos los gobernadores de la entidad: Adrián Castrejón, Raúl Caballero Aburto, Rubén Figueroa Figueroa, Alejandro Cervantes e, inclusive, tocó en los Pinos con Adolfo López Mateos y en la Casa Blanca cuando fungiera como jefe del ejecutivo estadunidense Jimmy Carter, dijo.
Autor de 50 valses “todos los tengo en la cabeza, no necesito la partitura, hasta a doña Amalia (Solórzano) le compuse uno y le gustó mucho”, los gobiernos del estado de Guerrero han sido sus amigos, presumió esa tarde que, en una paradoja de conceptos, la Tierra Caliente no ardía con sus 29 grados centígrados y un airecillo que travieso, refrescó un ambiente que ha llegado en alguna ocasión hasta los 47 grados.
Si se refirió a René Juárez Cisneros de quien tiene un reconocimiento que pende de una de sus paredes y muchos intentos de homenajes, no dejó fuera a Zeferino Torreblanca Galindo, el actual gobernante “hace un año cuando murió mi esposa (Consuelito Segura Beltrán), me mandó 30 mil pesos para lo que pudiera necesitarse, creo que he sido afortunado, a la vida poco tengo que reprocharle, me ha dado mucho, aunque sí me hubiera gustado darle más a mi esposa”.
Padre de nueve hijos, ocho con su primera esposa y uno con la segunda, resalta su ingratitud.
-¿Y sus hijos don Zacarías?
-Esos son unos ingratos, los que se fueron a Estados Unidos a trabajar en quien sabe qué cosas porque no les gustó la música, se olvidaron de mí, estoy solo, nada más una hija que tengo en Tlapehuala me viene a dejar la comida, para los demás ya no existo.
Actualmente vive del sueldo como maestro de música en un jardín de niños de la cabecera del municipio de Tlapehuala, plaza que le consiguiera Lázaro Cárdenas, y sin más plática, tomó su violín, una copia de Stradivarius de 20 mil pesos (para variar, regalo de Tata Cárdenas) para tocar “La modelo del pintor” y sin detenerse, encarrerado como expresó él, siguió con el gusto “Bienvenido Tlapehuala”.
El esfuerzo fue evidente en la segunda pieza, le costó trabajo el rasgueo pero pudo redondear el gusto como todo buen calentano. Se dio su tiempo para hablar de los músicos del lugar para reconocer el trabajo de Juan Reynoso Portillo (en su sepelio fue invitado don Zacarías para que tocara) y de Héctor Contreras Ascensión como “buenos músicos, son hombres que han sabido tratar los instrumentos”.
-Oiga y don Ángel Tavira, un hombre que ha alcanzado fama internacional y hasta una película ha hecho ¿qué tal es como músico?
-Pus no sé, a mí no me gusta, es un segundón, me ha querido copiar pero no sirve, es mentiroso, dice que compone y nunca ha compuesto nada, es un echador.
Tras la conversación don Zacarías se quedó allí, en un solo la soledad, Soledad aquí y allá, una soledad que carcome la existencia y hasta permite en la Tierra Caliente un colchón frío. La espalda posterior a la despedida y, las manos temblorosas, como queriendo recuperar el tiempo ido, sustrajo de la mesa de mantel desteñido, la tarjeta de ex mandatario federal Lázaro Cárdenas del Río donde le deseara felicidad ese Año Nuevo de 1961 para fijar sus ojos.
Un tiempo que ya no volverá, un suspiro sin quietar los ojos de la tarjeta de la añoranza de un músico como don Zacarías está aún vigente, virtuoso, con ganas de pasar corriente.
Un trabajo que alborotó el gallinero como se dice por estos lares, sobre todo de sus familiares cuando los calificó el músico como ingratos, descargando sus familiares su furia inclusive contra el reportero a quien le colgaron el mote de “seudoperiodista”, sin querer buscar la justificación, la verdad quedó allí, grabada digitalmente, la voz bnbo es del reportero sino de don Zacarías salmaron, que, pese a lo que se soltó, no por ello deja de ser grande.