benchy43

UN DÍA EL AYER ERA TAN POCO...

Un día el ayer era tan poco

que alcanzaban dos manecitas para contenerlo.

Cantaba el viento entre silvestres flores,

y se subía al médano

a  corretear  desde el arbusto gris

al tamarisco seco

y  desde el tamarisco seco

al arbusto gris. 

Se hacía remolino veraniego

con danzantes papelitos blancos

en lo alto

y  luego bajaba  a despeinarnos

y  a bailar con los crisantemos.

Sin ningún apremio pasaban las horas

los días y los meses,

la gente era enorme

y el camino era tan largo

como lejos estaba el horizonte.

De a poco se fue abriendo el cortinado

que cubría realidades.

Entonces se comenzaba a comprender

que no todo era felicidad,

que el mundo era más grande de lo imaginado

que no  había campos de girasoles

al final del pueblo

(sólo desierto y más desierto),

y que sí habían inentendibles lágrimas por caer

y dolores que quedaban atrapados en el pecho .

El camino se veía más corto

y  el horizonte se nos venía encima.

Es que de pronto todo se volvió premura,

apenas un beso de años,

una caricia de un invierno largo

y las pequeñas muertes debajo de la alfombra.

Ahora - sí, ahora-, todo se sosiega.

Y vuelven a ser lentas las horas,

los días, los meses y los años,

como un avance a desgano

hacia la anchura de un mar petrificado,

hacia el naufragio final en la honda noche.

 

Derechos reservados por Ruben Maldonado.

 

Fotografía de Rafael Andrés Maldonado.